Disfrutando.




La semana se hizo corta, poco trabajo y salidas temprano; ¡que mas pedir!

En fin, no tengo mucho enfasis en escribir el dia de hoy, pero lo que si queria comentar es que voy a comenzar a arreglar algunos errores en los cuentos y espero pronto poder imprimir una antologia de cuentos cortos propia, y si es posible difundirla un poco.


Aca los dejo con un cadaver que hicimos en el taller el viernes pasado, para quienes no saben que es un cadaver (exquisito) explico: Se basa en tomar una hoja en blanco y cada persona escribir una linea en la misma, hacer un par de rondas hasta que la hoja se complete y ver que queda. Se puede dar una tematica, pero lo que siempre hay que respeta es el hecho de que no se vea las lineas anteriores, asi haciendo algo por lo general bastante surrealista jaja.

En fin, aca les dejo el de la otra vez; a ver si adivinan mis 2 lineas:



Pasados pisados de una inexistencia carente
cuando es casi imposible esconder la sonrisa
la gesticulación glaciar de una mano
quedaba la luz por la mañana.
En el Quilo los hongos silvestres, las carpas; sol. Como retoño se perdía, como flor
una boca que se persigna, un ojo perseguido
y que como siempre todo tiene un final,
ser o no ser, no sé, qué sé yo
el rosa de su infancia resalta su vida tan parecida a una isla flotante
un incendio forestal en las pestañas
como el deseo de extraviarse y ser la nada
el amor por lo silvestre lo llevó a enloquecer, con areola en la boca decía que sí:
amigos en prisión, enemigos en la mesa
liberando su alma, entregándose por completo, con mucha calma bajó los ojos…





La vagancia se siente bien cuando uno trabaja..
que tengan una buena semana!

¡Que fin de semana!





¿Vieron "El Diablo viste a la moda"? buen, siento que estoy trabajando para Miranda Priestly.



Preferiria evitar mencionar cualquier nombre ya que de eso dependen los ingresos que tengo por el momento, asi que pido disculpas por ello. Lo que si voy a decir es que la ubicacion es San Isidro y el rubro gastronomia. Un sabado y domingo a toda maquina, cocinando, limpiando y atendiendo clientes sedientos de consumos por el tan "esperado" Dia del Padre. Una jefa yegua, explotadora y de doble personalidad que varia de cliente a mulo (osea todo ser viviente que se ubique detras del mostrador); un dia hermoso y un sol calentito que solo se podia apreciar desde atras de una ventana con el insoportable calor de los 6 hornos. Por suerte y gracias a Diós (no realmente, es solo una expresion) almorzamos unas terribles Sibaritas (¿Por que son tan ricas?) y se sumaron 2 personas al personal que fue un gusto conocer; al fin y al cabo no fue tan terrible, excepto por ella. Pero como dicen, es mejor estar con el Diablo el dia del juicio que en su contra.

Y hoy martes ya se retomo la rutina despues de un lunes de relajacion. Aca los dejo con algo que surgio en una breve interferencia durante el laburo:

(dejen de lado todo error de ortografia, se que soy algo terrible; muchisimas gracias).





Un hombre, herrero por profesión, es invadido por la pereza.
Pereza que genera todo desgano en él, y sus trabajos se vuelven burdos e insignificantes.
Tiempo tardo alguien en darse cuenta de esto; el continuaba vendiendo.
Una herradura en mal estado salio y ocupo el casco de un caballo, caballo el cual pertenecía a un rey.
Caballo el cual monto un mensajero, que en respuesta y busca de la paz partió a otro reino.
La herradura lastimó, el caballo cayó y el jinete jamás llegó a destino; el destinatario lo tomo muy a pecho.
La guerra fue inevitable, miles murieron; pero se han de destacar a los más importantes, aquellos que murieron en aguas rápidas e invasivas.
Aguas rápidas e invasivas que llevaron la peste y podredumbre de los campos de batalla a los pueblos; aguas bebibles, aguas letales.
Y un hombre, herrero por profesión, contrajo esta peste y murió, no dejando vestigio de familia ni continuidad alguna.
¿Acaso esto no hace que cuestiones tu desempeño?

--




¡Saludos y buena semana!

Actualización Primera.

No hay mucho que decir, se me dio por crear un blog.
Por lo pronto aca los dejo con un cuento de hace unos dias, el mismo que dio nombre al sitio; veamos que pasa.





Un noche con Johnny

El reloj marcaba las ocho, pero aún faltaban cinco minutos para las ocho.
Raúl aún no había llegado, y yo era quien estaba a cargo de Horacio; el pobre se pasó vomitando toda la tarde por culpa de esas anfetas berretas. Si llego a volver a ver a ese dealer, juro que lo mato.
En eso la puerta se abrió, era Raúl en todo su esplendor. Tomó asiento, me dio el atado de cigarrillos y mi parte de la compra y depositó su .38 milímetros sobre la mesa. Estaba casi todo listo, sólo faltaba que Horacio se recupere un poco y podíamos empezar.
Jugamos un rato a las cartas mientras veía el cenicero llenarse, tomamos un poco del whisky y antes de lo pensado nuestro compañero se sintió mejor y se dispuso a agarrar una silla.
Raúl saco de su bolsillo varias municiones y cargó tranquilamente el arma, mientras yo encendía el octavo pucho; el reloj marcaba las diez (aun así insisto que estaba adelantado cinco minutos). Noté que a Horacio le temblaban ligeramente las manos, a pesar de haber repetido esto ya varias veces, seguramente se debía a que las probabilidades de perder habían aumentado para él, y para todos.
Como siempre, Raúl no dijo nada, y apuntó contra su cabeza, jaló el gatillo y pasó el arma a mis manos con la misma tranquilidad que era usual en él; repetí el mismo procedimiento, y ahora le tocaba a Horacio, que vaciló un poco antes de hacerlo. “Tres de seis”, pensamos todos, mientras reíamos de manera intranquila. Pasó la primera ronda y también Raúl nuevamente; había llegado mi momento, y con la determinación que tiene quien sabe que no hay vuelta atrás tomé fuertemente la .38 y gatillé contra mi cabeza. Nada, nada y pánico. Ambos miramos a Horacio, sabíamos que sucedería y que lo que haría no sería más que una formalidad; aun así era necesario.
Como reo tomó el arma entre sus dedos y dio un suspiro inaudible, miro a Raúl a los ojos y se levantó precipitadamente, disparándole y fallando el único tiro que tenía. Raúl corrió al placard ubicado detrás suyo y saco su rifle calibre .22, con el cual mató de siete tiros en la cabeza a Horacio; – Que hijo de púta, no sabe perder – dijo, totalmente ahogado en fármacos y dando un largo trago a la botella de whisky.
Nuevamente tenía la imagen de Raúl cargando el arma y un cuerpo en el piso de madera. Una bala, siempre fue una; esta vez él preguntó si acaso yo quería empezar; sospeché algo maligno y me negué. Contestó con una mueca retorcida, dio otro trago al whisky y se voló los sesos.
En su acta de defunción figuraba que se había suicidado a las 10:43 de un jueves. Sólo yo sabía que ese maldito reloj estaba cinco minutos atrasado.